martes, marzo 06, 2007

"BANDIDO....o el adiós al último lobo de la Quebrada"


El fin de semana me fui al Quisco, a respirar un poco de aire puro, a mirar el mar e hipnotizarme con su marea, con sus olas que revientan y estallan formando una estela blanca de filigranas sobre la roca dura, bruta, que humedecida se vuelve hermosa , brillante y recupera su prestigio.
El mar que es mi mejor sedante, mi amigo de tantos y tantos momentos, me llenó el alma de paz y me hizo olvidar la locura de Santiago..... y el transantiago tan agobiante.
Una amiga , Ximena, nos prestó su casa por tres días, su casa hermosa , que está repleta de tesoros, y llena de magia. Adornada con gracia, con la habilidad de una mujer creativa, sensible.

Todo allí tiene historia: una lámpara, una mesa, una silla, un velero grande, una puerta, una ventana, un óleo, una botella, una cama de hierro antiguo,un trozo de madera , etcs. cosas.
Muchas que alguien desechó y fueron recogidas por sus hábiles manos que con paciencia extraordinaria, pulieron , lijaron, barnizaron, tapizaron, clavaron,clavó, pintaron, dieron nueva forma, cambiaron o remozaron, hasta transformar lo desechado por algo nuevo, hermoso.

La casa está llena de plantas, algunas recogidas en diversos lugares, otras nacidas espontaneamente con la complicidad y llevadas por el viento, mariposas o pájaros. Estos últimos, que sin permiso alguno , se instalaron o tomaron un colgante de casita pequeña y la trasformaron en su nido , en el comienzo de su prole , y fuente de sus cánticos matutinos, para pasada la época de la reproducción, emigrar a otros cielos, otras ramas.
Mientras en el ritual primero, abriamos las puertas a la luz y corriamos las bellas cortinas, fabricadas por su dueña, me detuve a observabar los pequeños óleos de mujeres de Tahiti, con diversas formas y actitudes que decoraban la subida al nuevo tercer piso, de vigas y maderas naturales ,hermosamente dispuestas , mis ojos sorprendidos , que se detuvieron en esa pequeña colección pintada por Ximena, se entornaron nostálgicos: pensaba si esta vez nos encontraríamos con BANDIDO, nuestro cicerone y anfitrión habitual, que llegaba siempre corriendo cuando apareciamos y yo llamaba, repitiéndo a viva voz:
_¡Bandido, Bandido¡. .....¿dónde estás?

con la cerrteza, que él llegaría corriendo, dando saltos y ladridos de gozo, por entre las ramas y malezas.
Siempre nos acompañaba a las excursiones por la quebrada, por los caminos sin pavimentar, cubiertos de tierra arcillosa , serpenteados por pinos y eucaliptos olorosos, algunas veces hasta la playa misma, respetando y sentandose a prudente distancia el mar.
Pero nuestro compañerito no llegó.
Recordamos a su dueña, la Sra. Raquel, vecina de la casa del lado, una señora mayor, pero muy activa, que viva sola, bajaba por la quebrada a sus compras y asuntos cotidianos y tenía su casa como un bello vergel .
Ella había fallecido hace ya dos años; sin embargo los lugareños adoptaron a Bandido y nunca le faltaba un plato de comida o un techo en el invierno.
Nos contaron que el can estaba muy envejecido y ya ni siquiera podía caminar, entonces decidimos ir nosotros a verlo, por aquellos caminos que siempre nos sorprendía y corría a saludarnos o pasar su cabeza con cariño por mis piernas una y otra vez.
Ya intalados y almorzados, fuimos a buscarlo dos cuadras más abajo .

A la vuelta de una casa estaba echado. Lo llamamos y sólo levantó la cabeza y movió la cola. Se notaba cansado, enfermo.
Antes, unos pocos años antes, era un enorme perro, mezcla de policial, que parecía un lobo grande, macizo, fornido. Ahora se observaba más escuálido, enflaquecido, desteñido. Aún así nos reconoció.

Lentamente se levantó , sus patas temblaban, cojeando se acercó a nosotros . Una de sus patas traseras colgaba paralizada, sólo pude pronunciar con voz ahogada :
"Bandido..... Bandido....pobrecito"¡.
El como pudo, haciéndo un esfuerzo supremo se paró y llegó a mi lado y pasaba su cabeza una y otra vez por mis piernas. Sentí que una gran pena me roía el alma.
Nuestro compañero de tantas jornadas estaba muy enfermo, enfermo de vejez, de soledad, de la pérdida de su dueña, de su compañera, que solia reprenderlo cuando la abandonaba y retornaba haciendose el leso.
_ ¡Ah ahora te acordaste que tenías casa ah¡
Generalmente cuando nosotros ibamos , o Ximena con su familia, él dormía toda la noche en nuestra puerta , alerta a cualesquier ruido, era nuestro guardían. Cuidados gentiles de su parte, que nosotros pagabamos con algún festejo a su paladar.
Lo acariciamos con verdadero cariño y ternura : lo invitamos, pero caminó unos pocos pasos y se dejó caer cuán largo era en otra casa.

A nuestros llamados una señora solícita se asomó, por la pandereta:
_¿Te pasa algo Bandido?
Le explicamos la situación de afecto y nos dijo tristemente:
_¡ Ah muy pronto nos va abandonar Bandido¡, este perrito ya está muy mal¡
Nos fuimos entristecidos
Al día siguiente , uno de nosotros le fue a dejar un reconfortante olla de caldo y pollo, que al parecer lo reanimó un poco, porque cuando en la tarde bajamos a la quebrada, y pasamos por su lado ,él se paró y rengueando nos acompañó , descansando , sentandose a ratos: era quizá su última muestra de cariño, de no olvido, hacia nosotros.
Lamenté haber dejado mi cámara fotográfica en casa, siempre se queda algo; cuando llegué busqué en mis tesoros y encontré una foto de hace unos años, él estaba a mis espaldas en la playa, esperandonos, erguido y hermoso.
Es verdad, es cierto , que todo ciclo viene, nace y muere... así nos iremos cualquier día también nosotros, es lo único cierto, seguro, pero es inevitable no sentir tristeza.

Pensé lo bueno que sería , que cuando dejemos este mundo, en la partida quedara el recuerdo tierno y leal, como aquel de los animalitos en el corazón de los que nos rodearon.
Me despedí con tristeza de nuestro amigo Bandido, que de Bandido no tenía nada, porque fue un corazón tierno y leal con envestidura animal, que siempre nos cuidó y dio su ternura.......